El teatro es una de las manifestaciones artísticas con más tradición de la cultura catalana que arranca ya en la Edad Media. De todos modos, el verdadero salto se produjo en el siglo XIX cuando empezó el teatro moderno. Frederic Soler “Pitarra” (1839-1895), máximo exponente del romanticismo teatral catalán, consiguió el éxito del público con obras de carácter popular y humorístico. Durante la Renaixença (renacimiento) el autor con más proyección internacional fue Àngel Guimerà (1845-1924). Algunas de sus obras inspiraron óperas y adaptaciones cinematográficas, como Terra Baixa o Maria Rosa. La mayoría de sus textos se estrenaron en el Teatre Romea (1863), actualmente convertido, junto al Gran Teatre del Liceu (1847), en el más antiguo de Barcelona en funcionamiento.
El artista más polifacético del Modernismo, Santiago Rusiñol (1861-1931), también conreó el teatro con piezas como L’auca del senyor Esteve o L’heroi. Por su parte, Joan Puig i Ferreter (1882-1956) destacó con Aigües encantades, La dama enamorada y El gran enlluernament. La denuncia social y el naturalismo tuvieron a Ignasi Iglésias (1871-1928) como el autor más destacado con obras como Els vells.
La influencia de París y la intención de renovar el teatro fijándose en las incipientes vanguardias europeas fueron las herramientas del dramaturgo, director y teórico Adrià Gual (1872-1943) cuando fundóen 1898 el Teatre Íntim, introductor de la obra de los principales autores europeos del momento.
A principio del siglo XX el teatro estaba consolidado hasta el punto que en 1913 se inauguró la Escola Catalana d’Art Dramàtic, embrión del actual Institut del Teatre, dirigida por Gual.
Las raíces del teatro tradicional se mantuvieron con Els Pastorets, representaciones que provienen de dramas medievales en latín que tenían lugar en los oficios litúrgicos desde Nochebuena hasta Reyes. El autor Josep Maria Folch i Torres (1880-1950) los actualizó en el año 1916 con el título Els Pastorets o l’Adveniment de l’Infant Jesús, que todavía hoy se representan en muchos pueblos y ciudades tanto por parte de compañías amateurs como profesionales.
A principio de la década de 1930 se consolidó como escritor de éxito en distintos géneros Josep M. de Sagarra (1894-1961). Su teatro recogió el favor del público y de la crítica con títulos destacados como L’Hostal de la Glòria o El cafè de la Marina. Su contribución al teatro diez años más tarde también fue la traducción de la obra de Shakespeare al catalán. En el campo de la interpretación durante el primer tercio del siglo XX destacó la figura de Margarida Xirgu (1888-1969), actriz protagonista de la mayoría de obras de Federico García Lorca. En 1936 inició una gira por Sudamérica que se convirtió en su exilio hasta su muerte. Su huella tiene forma de teatro en la ciudad de Buenos Aires.
Durante la guerra civil se estrenó una de las obras más importantes del dramaturgo Joan Oliver (1899-1986) –también poeta con el pseudónimo de Pere Quart–, La fam, texto que habla de la guerra y la revolución durante el conflicto, estrenado con éxito en el Teatre Català de la Comèdia (actualmente, Poliorama), el 15 de junio de 1938.
La reanudación en las artes escénicas catalanas fue lenta y difícil durante los años de dictadura. Salvador Espriu (1913-1985) expresó su homenaje a la lengua catalana con Primera història d’Esther, texto mítico que lo convirtió en el autor de referencia. Durante la década de 1950 surgieron nuevos autores como Manuel de Pedrolo (1918-1990), representante del teatro del absurdo junto a Joan Brossa (1919-1998), constante experimentador en el campo teatral con su poesía escénica, o Maria Aurèlia Capmany (1918-1991). El 1959 fue el año del descubrimiento del actor Joan Capri (1917-2000) que se convirtió en el icono del teatro popular catalán durante décadas.
La oficialidad teatral durante la dictadura, plasmada en el Teatre Romea, se vio compensada por el nacimiento de nuevas voces que desde los centros universitarios ponían en circulación el “teatro independiente”: la Agrupació de Teatre Experimental (1953) o el Teatre Viu (1956). Algunos de estos jóvenes han continuado su carrera hasta la actualidad y se han convertido en figuras básicas de la segunda mitad del siglo XX del teatro catalán, como por ejemplo Feliu Formosa (1934) o Ricard Salvat (1934).
Durante las décadas de 1960 y 1970 se produjo el cambio generacional en la dramaturgia con Josep Maria Benet i Jornet (1940), Narcís Comadira (1942) y Rodolf Sirera (1948), entre otros. Fueron tiempos de recuperación del teatro catalán con el nacimiento de nuevas compañías: Els Joglars (1962), fundada por Albert Boadella (1943), Carlota Soldevila (1929-2005) y Albert Font, se inició en el mimo evolucionando hacia la crítica social y política.
En 1977 sufrieron un consejo de guerra por La Torna,que los convirtió en símbolo de la libertad de expresión; Dagoll Dagom (1974), con espectáculos populares y para todos los públicos, especialmente musicales, entre los que destacan Antaviana, de Pere Calders (1978), La nit de Sant Joan, con Jaume Sisa, y Mar i Cel, de Guimerà; en el campo del teatro gestual, Tricicle (1979); en la experimentación y la búsqueda de lenguajes, La Fura dels Baus (1979), y en el humor, La Cubana (1980). Cabe destacar también la aportación de Joan Baixas y Teresa Calafell, que crearon la compañía de teatro La Claca en los años setenta y aportaron un nuevo lenguaje y una concepción vanguardista en el arte de las marionetas. El montaje Mori el Merma! (1978),con muñecos de Joan Miró, fue todo un símbolo en su momento.
La vocación de recuperar el teatro público llegó en 1976 con la fundación del Teatre Lliure.Creado por un grupo de profesionales vinculados al teatro independiente, el Teatre Lliure se singularizó por la apuesta por el teatro de texto, con la relectura de los clásicos y el compromiso con la creación contemporánea, y desarrolló una programación que alternaba el teatro con la danza y la música. Dirigido en etapas sucesivas por Fabià Puigserver, Lluís Pasqual, Lluís Homar, Guillem-Jordi Graells, Josep Montanyès, y en la actualidad por Àlex Rigola, su implantación en el mundo cultural catalán y su contribución a la normalización del hecho teatral fueron recompensadas desde muy pronto con la adhesión de un amplio sector de público y el reconocimiento de la crítica.
Desde 2003 el Teatre Lliure lleva a cabo una programación teatral innovadora y con una amplia presencia de la danza contemporánea y la música escénica, que lo han convertido en uno de los principales referentes escénicos del panorama teatral nacional.
En las artes escénicas de calle y el circo se han consolidado Comediants (1971), fundadores de uno de los grandes eventos culturales, la Fira del Teatre al Carrer de Tàrrega en 1981. Con el tiempo, Tàrrega se ha convertido en el mercado internacional de las artes escénicas de calle más importante del sur de Europa. Compañías de larga trayectoria profesional en el campo del teatro de calle son Artristras (1980), Xarxa Teatre (1983), Los Galindos (1991) y Sarruga (1994), entre otras. Actualmente empieza a despuntar una nueva generación de teatro de calle con un gran futuro por delante. En cuanto a eventos específicos de este género, destacan el Festival Internacional de Teatre de Carrer de Vila-real (1987) y el festival Al Carrer de Viladecans (1989).
No se debe olvidar el teatro para todos los públicos, en el que el Jove Teatre Regina, centro de producción y de exhibición de teatro infantil y juvenil, y el Centre de Titelles de Lleida,organizador del festival de títeres en esta ciudad, ocupan un puesto relevante. En este ámbito teatral destacan compañías como La Baldufa, Teatre Nu, Companyia Per Poc, Teatre Mòbil y Xirriquiteula, entre muchas otras.
La consolidación del teatro público se llevó a cabo con la creación del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en 1997, que nació con el objetivo básico de consolidar una oferta teatral de alta calidad tanto a nivel nacional como internacional, prestando una atención especial a las obras originales en lengua catalana. Al frente, uno de los directores y actores catalanes de más proyección, Josep Maria Flotats (1939). Actualmente el TNC está dirigido por el dramaturgo y director Sergi Belbel (1963). Belbel representa una nueva generación de autores teatrales junto a Lluïsa Cunillé (1961), Carles Batlle (1963), Jordi Galceran (1964) o Mercè Sàrrias (1966).La nueva dramaturgia contemporánea tiene en la actualidad jóvenes autores como Albert Espinosa (1974), Gemma Rodríguez (1973), Pau Miró (1974), Marc Rosich (1973) y Jordi Casanovas (1978), entre otros. Parte de estos jóvenes autores se han formado en los talleres de dramaturgia organizados por la Sala Beckett,quenació en 1989 como espacio-sede para el proyecto artístico de la compañía El Teatro Fronterizo, dirigido por José Sanchis Sinisterra, y como receptáculo de propuestas y proyectos con una misma vocación de investigación en el campo de los lenguajes escénicos y, especialmente, de la escritura teatral. A lo largo de los 15 años de existencia, la Sala Beckett se ha caracterizado por el interés por la dramaturgia contemporánea, por la búsqueda en las formas más específicas de la teatralidad y por el acercamiento entre el público y los nuevos creadores escénicos. Actualmente, el director de escena Toni Casares está al frente de la sala.
Las últimas décadas han dado grandes directores
escénicos, como Calixto Bieito (1963), que
es actualmente uno de los directores escénicos de más
proyección internacional tanto en montajes teatrales como
operísticos, Joan Ollé, Àlex
Rigola, Mario Gas, Lluís
Pasqual, Xavier Albertí, Carme
Portaceli y Carlota Subirós. Se
debe mencionar también al pianista y director de escena Carles
Santos,uno de los directores más internacionales
del panorama actual.
Por otro lado, una nueva generación de artistas investiga nuevos lenguajes escénicos, en los que a menudo la palabra tiene un papel secundario, en beneficio de las nuevas tecnologías. Estos espectáculos, que se sitúan también en el campo del riesgo estético, nos llegan de directores como Marcel·lí Antúnez (con una larga trayectoria) y otros de más jóvenes como Roger Bernat, Simona Levi, Tomàs Aragay, Sergi Faustino,Amaranto, Xavi Bobés y Emotique.
Los festivales que se realizan actualmente en Cataluña son también escaparate de la escena catalana y de la nueva creación. Festivales como el Festival de Barcelona Grec, con 31 ediciones, el Festival Temporada Alta de Girona-Festival de Tardor de Catalunya, que el pasado año celebró la 15ª edición, o nuevos festivales como el Festival NEO y Panorama d’Olot son eventos en los que nuevas produccionesde la creación contemporánea catalana han encontrado su espacio.
La primera figura internacional de la cultura catalana en el campo de la danza es Roseta Mauri (1849-1923), bailarina que se formó en París. Fue primera bailarina del Gran Teatre del Liceu, actuó en la Scala de Milán y se consolidó internacionalmente en el Teatro de la Ópera de París, desde donde llegó a bailar en los teatros de las principales capitales europeas.
El siglo XX en el campo de la danza lleva el nombre de Joan Magriñá (1905-1995). Bailarín y coreógrafo, su carrera estuvo estrechamente ligada al Gran Teatre del Liceu, donde realizó más de un centenar de montajes. En 1950 creó la compañía Ballets de Barcelona.
En cuanto a la danza flamenca, la cultura catalana ha dado dos de los más importantes bailaores: Carmen Amaya (1913-1963) y Vicente Escudero (1892-1980). Actualmente podemos encontrar compañías como Color y Increpación Danza, dentro de lo que podríamos llamar flamenco de autor o flamenco fusión, compañías que persiguen un trabajo de innovación desde la tradición del flamenco.
La danza contemporánea tiene varias compañías de proyección internacional totalmente consolidada: Gelabert-Azzopardi (1986) y Metros, capitaneada por Ramon Oller (1985). Cabe destacar a Maria Muñoz y Pep Ramis, fundadores de Mal Pelo (1989), que además de actuar con la compañía, empezaron en el siglo XXI un nuevo reto: el centro de creación L’animal a l’esquena, una masia en Celrà (Girona), verdadero espacio de intercambio, experimentación y audacia creativa para artistas, tanto del mundo de la danza como de otras propuestas escénicas o de las artes plásticas. Fundadas en la década de 1980 también están en plena actividad Lanònima Imperial (1986), Trànsit, dirigida por Maria Rovira (1986), Àngels Margarit-Mudances (1985) y Nats Nus, con Toni Mira al frente (1987).
En los años 90 una nueva hornada de profesionales continúa llevando la danza contemporánea catalana por todo el mundo: Senza Tempo (1991), Sol Picó (1994), Marta Carrasco (1991), Andrés Corchero y Rosa Muñoz, que iniciaron carrera en conjunto con la compañía Raravis (1993) o Mar Gómez (1991).
El siglo XXI entra con la incorporación de nuevas voces en el campo de la danza y del movimiento con compañías como Societat Doctor Alonso, Sònia Gómez, Las Santas, Lapsus Dansa, Carmelo Salazar y Malqueridas, Creaciones al límite.
De todos modos, no se debe olvidar que la danza es interdisciplinariedad. El denso tejido artístico de esta ciudad ha mantenido una gran porosidad con la danza local y ha sabido establecer alianzas fructíferas sin las que no se habrían conseguido unos resultados tan destacables: el antiguo teatro público municipal, el Mercat de les Flors, ha iniciado un nuevo recorrido que lo llevará a convertirse en el Centre de les Arts de Moviment de Catalunya; La Caldera, espacio de formación de profesionales, de residencia de creadores, de intercambios nacionales e internacionales, donde se organizan seminarios y ensayos abiertos, en definitiva, un espacio para la reflexión y documentación sobre la danza, es hoy en día un centro de referencia de encuentro para los profesionales y creadores del sector bajo la dirección artística de Alexis Eupierre y Lipi Hernández. Finalmente, La Porta, bajo la dirección artística de Ana Buitrago, Oscar Dasí y Carmelo Salazar, es un colectivo de artistas que genera actividades y contextos para la creación, el pensamiento y la investigación de propuestas escénicas contemporáneas en torno al cuerpo y al movimiento. Este año ha organizado la primera edición del Festival LP, evento internacional en el que obras, artistas y experiencias están cambiando el modo de presentar y representar la danza y el cuerpo. Cabe destacar el Festival Tensdansa en Terrassa, espacio de exhibición de compañías nacionales e internacionales y encuentro de creadores del sector en un espacio de debate y reflexión, en el que se organizan seminarios y mesas redondas, y el Festival Dies de Dansa, dentro del circuito Ciudades que danzan (CqD) donde las compañías exhiben los espectáculos en espacios urbanos.
El circo catalán del siglo XX está ligado al grito lacónico de Josep Andreu Laserre, conocido mundialmente como Charlie Rivel (1896-1983). La ciudad de Cubelles donde nació acoge el museo que lleva su nombre. Esta familia de artistas del circo también da nombre a la escuela de circo Rogelio Rivel, instalada en el Ateneu Popular de Nou Barris en Barcelona, la única especializada en esta disciplina en Cataluña. Aquí también está instalada la Asociación de Profesionales de Circo de Cataluña. A lo largo del año programa una gran variedad de espectáculos, combinados y encuentros circenses con dos momentos álgidos: la Festa del Circ (en verano) y el Circ d’Hivern, una producción navideña con un gran nivel cualitativo.
Otra de las familias catalanas que a lo largo de generaciones ha paseado los carruajes por todo el mundo son los Raluy y su singular museo-circo. En su 75º aniversario, celebrado en 2005, el Circo Raluy preparó un espectáculo especial colaborando con otra de las compañías más activas e internacionales del circo catalán, Monti & Cia, nacida al abrigo del Teatre Lliure y dirigida por Josep Montanyés.
A principio de la década de 1980 el circo catalán tenía la primera manifestación de circo contemporáneo realizada por los payasos Germans Poltrona bajo su carpa Circ Cric. Esta troupe fundada por Jaume Mateu (Tortell Poltrona) ha trabajado a lo largo de los años para potenciar el circo y todo lo que representa. Así, en 1995 se fundó el Crac (Centro de Investigación de las Artes del Circo) en Sant Esteve de Palautordera, un espacio natural privilegiado en la falda del Montseny, que se ha convertido en punto de encuentro de artistas de circo del sur de Europa, espacio de investigación, producción y exhibición de espectáculos. Además, recibe la visita de miles de escolares en sus actividades pedagógicas.
El Circ Cric ha influido en otras nuevas formaciones de circo contemporáneo. En 1987 nació Escarlata Circus, con Bet Miralta y Jordi Aspa. Diez años más tarde, además de continuar creando espectáculos, los dos fundaban La Fira del Circ Trapezi, de la que son directores artísticos. Trapezi es un espacio de encuentro y difusión del circo en distintos formatos que cada año se celebra en Reus y Vilanova, donde el eclecticismo de la feria ayuda a aclarar la diferencia entre el circo de calle que se realiza actualmente y el circo que investiga nuevos lenguajes. El otro festival relacionado con el mundo del circo es el Festival de Pallassos de Cornellà, que se celebra cada dos años desde 1984, año que fue inaugurado bajo la dirección de Tortell Poltrona, uno de los artistas de más renombre y compromiso internacional, creador en 1993 de la ONG Payasos sin Fronteras.Creada también en 1984, la Marató de l’Espectacle ha dedicado siempre una especial atención al circo.