Barcelona fue una de las primeras ciudades del mundo donde se hicieron daguerrotipos. La primera toma, desde un terrado de la plaza de la Constitució, fue realizada el 10 de noviembre de 1839 por el grabador Ramon Alabern i Casas, en un acto público y festivo. Esta imagen se expuso posteriormente en la Acadèmia y se rifó entre los asistentes, por lo que se desconoce si todavía se conserva.
La fotografía se consolidó como negocio y se popularizó entre los ciudadanos a lo largo del siglo XIX, al tiempo que se convirtió en una de las manifestaciones culturales más destacadas. Entre la primera generación de fotógrafos catalanes, todos ellos de tendencia pictorialista, encontramos, entre otros, a Pere Casas Abarca (1875-1958), Joan Vilatobà (1878-1954) o Claudi Carbonell Flo (1891-1970). De entre estos pioneros, la figura de Joaquim Pla Janini (1879-1970) destacó en el campo del pictorialismo y, por su influencia, sirvió de puente con la segunda generación.
Después de diversas tentativas asociativas, en 1923 se fundó la Agrupación Fotográfica de Cataluña que aglutinó, en torno a Pla Janini o Carbonell, a los nuevos fotógrafos. Actualmente el Museo de la Agrupación Fotográfica de Cataluña reúne más de 25.000 negativos estereoscópicos de vidrio de Cataluña y del resto de Europa. De la segunda generación hay dos voces que representan una cierta innovación. Una, la de Joan Porqueras (1889-1969), que eligió la ciudad como temática, alejándose de los cánones pictorialistas; la otra, Antoni Campañà (1906-1989), que estudió en Munich con Willy Zielke y conoció de primera mano las novedades fotográficas alemanas, que también aplicó en su vertiente de fotoperiodista.
Hasta principios del siglo XX en Cataluña no existieron fotógrafos que se profesionalizaran en las páginas de la prensa. Los pioneros del fotoperiodismo catalán más destacados son Alexandre Merletti (1860-1943), que se fabricó una cámara especialmente para poder obtener la única imagen existente del juicio sumarísimo al pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, y Josep Brangulí (1879-1946) y Carlos Pérez de Rozas (1883-1954), fundadores de las dos sagas de fotoperiodistas más importantes de Cataluña.
En 1906 se creó la primera publicación especializada en deporte, El Mundo Deportivo, que contó entre sus páginas con el fotógrafo más destacado en este ámbito: Josep M. Co de Triola (1884-1965). Con la incorporación del rotograbado a los diarios El Día Gráfico y La Vanguardia, el fotoperiodismo se fue consolidando progresivamente. En la década de 1920 Josep M. de Sagarra i Plana (1894-1959), Pau Lluís Torrents (1891-1966) y Josep Gaspar (1892-1970)fueronlos profesionales más activos.
El interés por la fotografía iba en aumento, con exposiciones en galerías de arte y publicaciones periódicas especializadas y con gran presencia de la fotografía en las revistas de arte, entre las que destacaba la cosmopolitaD’Ací i d’Allà. En 1929, con motivo de la Exposición Universal en Barcelona, se organizó el Primer Salón Internacional de Fotografía. Así, a finales de la década de 1920 se empezó a notar una cierta apertura a nuevas tendencias, aunque el pictorialismo dominó hasta la década de 1950. El máximo representante catalán de la Nueva Objetividad fue Emili Godes (1895-1970), que plasmó el realismo en sus imágenes de los pabellones y edificios de la Exposición Universal. Pero no fue el único que se interesó por las tendencias de vanguardia. En el campo de la imagen publicitaria y arquitectónica, con un estilo a caballo entre la Nueva Objetividad y la Nueva Visión, destacó Josep Sala (1896-1962), colaborador habitual del arquitecto Josep Lluís Sert.
También se dedicó a la publicidad Josep Masana (1894-1979), que la compaginaba con los retratos de figuras del espectáculo. A partir de 1930, otros fotógrafos se decantaron hacia la Nueva Objetividad y el Constructivismo dejando de lado la fotografía de salón que les había caracterizado hasta el momento. Son los casos más representativos Antoni Arisa (1900-1980) y Josep M. Lladó (1903-1956).
El personaje más importante en el campo de la fotografía de vanguardia es el polifacético Pere Català Pic (1889-1971), primer teórico en el campo de la fotografía, que realizó un gran esfuerzo de divulgación de las nuevas tendencias europeas más vanguardistas, especialmente la Nueva Visión alemana, en artículos publicados en diferentes revistas fotográficas y de arte de la época. En el campo de la teorización también hay que nombrar a Salvador Dalí, que dedicó a la fotografía diferentes textos, entre los que destacaLa dada fotogràfica (1929), publicado en la revista La Gaseta de les Arts.
Català Pic, además, sobresalió como fotógrafo publicitario, trabajó el fotomontaje y experimentó con la abstracción influido por Man Ray y Moholy-Nagy. Durante la guerra civil fue jefe de publicaciones del Comisariado de Propaganda de la Generalitat, donde trabajaron también Sala y Masanadiseñando carteles, revistas y libros. Fue entonces, en 1936, cuando Català Pic firmó el mítico cartel Aixafem el feixisme (Aplastemos el fascismo), considerado una de las mejores fotografías publicitarias de la primera mitad del siglo XX. En el campo del fotomontaje político el personaje más internacional de la cultura catalana del siglo XX fue el valenciano Josep Renau (1907-1982).
La modernización del fotoperiodismo catalán se produjo gracias a Agustí Centelles i Ossó (1909-1985). Durante los años de la II República, Centelles innovó el reportaje gráfico, sobre todo a partir de 1934, cuando adquirió una Leica. El uso que hacía de esta cámara lo consolidó durante la guerra civil como uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. Algunas de sus imágenes se difundieron en las principales publicaciones periódicas internacionales del momento. Centelles se exilió en 1939 llevándose consigo parte de su archivo personal dentro de una maleta: cerca de cinco mil negativos de paso universal que fueron guardados durante décadas en Francia hasta que, con la muerte de Franco en 1975, se pudo recuperar uno de los legados fotográficos más importantes de la II República y la guerra civil, así como las excepcionales imágenes de los meses que estuvo detenido en el campo de concentración francés de Bram.
Después de la guerra civil muchos otros fotógrafos tuvieron que exiliarse. De los que se quedaron, algunos desaparecieron de la vida pública o bien abandonaron sus planteamientos estéticos para poder sobrevivir. En el caso de los fotoperiodistas muchos fueron depurados por el nuevo régimen. Uno de los ejemplos de esta represión fue Josep M. Pérez Molinos (1921-2004), que después de la guerra fue nombrado fotógrafo del gobernador civil de Barcelona. En 1942, al descubrirse su pasado político, fue obligado a abandonar la profesión. Poco tiempo antes de su muerte, salieron a la luz los negativos que guardó en el domicilio familiar, donde se muestra la guerra, la posguerra y algunos acontecimientos de los primeros tiempos de ocupación franquista, como la visita del alto mando nazi Heinrich Himmler a Barcelona.
El resto de fotógrafos se dedicaron cómodamente a comulgar con la estética de la dictadura que volvía a mirar hacia el pictorialismo. A principios de la década de 1950 el agrupacionismo fotográfico y el concurso fueron el reducto de la fotografía, que estaba en declive. Al margen de este contexto de salón, surgió la figura de Francesc Català Roca (1922-1998), uno de los hijos de Català Pic, que después de trabajar y aprender el oficio con su padre se independizó en 1948 para emprender un largo e influyente camino personal de fotodocumentalista. En la década de 1940 destacó la personal obra de Joaquim Gomis (1902-1991), con sus fotoscops (término inventado que significa examinar por medio de la luz), que supone, junto con Català Roca, el puente hacia el futuro.
La nueva generación de fotógrafos que reivindicaba una forma de hacer diferente al pictorialismo del régimen no apareció hasta la década de 1950: Oriol Maspons (1928), Julio Ubiña (1922-1988), Joan Colom (1921), Ramon Masats (1931), Eugeni Forcano (1926), Xavier Miserachs (1937-1998), Ricard Terré (1928), Leopold Pomés (1931) –que evolucionará hacia la publicidad– y,posteriormente, Colita (1940).En este periodo fue clave la figura de Josep Maria Casademont como teórico, crítico e impulsor de la fotografía, que hacía llegar al público desde la Sala Aixelà y también con la edición de libros y revistas especializadas.
A finales del franquismo y principios de la transición, con la consiguiente recuperación de la libertad de prensa, una nueva generación de fotógrafos de prensa tomó las calles para retratar el momento histórico e iniciar carreras profesionales que se han prolongado hasta la actualidad: Manel Armengol, Paco Elvira, Pepe Encinas, Joan Guerrero, Tino Soriano, Kim Manresa o Jordi Socías,junto con otros más jóvenes como Pedro Madueño, Sandra Balcells o Txema Salvans.En el campo de la fotografía artística destacan los nombres de Pere Formiguera, Toni Catany y Manel Esclusa.Mención aparte merece Joan Fontcuberta, que combina la vertiente teórica con la obra que, más allá de la estética, culmina con la reflexión ideológica.