A lo largo de los siglos se han ido desarrollando y adaptando los estilos predominantes en Europa. Las grandes catedrales y monasterios medievales parten del románico, estilo muy arraigado en Cataluña, hasta llegar al esplendor del gótico, con importantes muestras en las ciudades y especialmente en Barcelona. Merecen una mención especial las pequeñas iglesias románicas pirenaicas que nos han dejado, además, un rico conjunto de pinturas al fresco conservado en gran parte en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Por todo el país encontramos ejemplos interesantes de arquitectura renacentista, barroca y neoclásica, pero es el Modernismo, de finales del siglo XIX –época de expansión económica y demográfica–, lo que se presenta como arte nacional. Se trata de una corriente que concede especial importancia a las artes decorativas, y se convirtió en el movimiento artístico más brillante del momento.
Antoni Gaudí (1852-1926), la figura más destacada e internacionalmente reconocida, sobrepasó los límites del movimiento por su extraordinaria personalidad. Entre sus obras se encuentran genialidades como la Sagrada Familia, el Parque Güell, la Casa Milà –conocida como La Pedrera– y la Casa Batlló, en Barcelona; la cripta de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló, etc.
Entre los arquitectos destacados de esta corriente se encuentra también Lluís Domènech i Montaner (1850-1923), modernista “canónico”, autor del Palau de la Música Catalana y del Hospital de Sant Pau de Barcelona; Josep M. Jujol (1879-1949), que desarrolló su arquitectura sobre todo en la zona del Camp de Tarragona; Cèsar Martinell (1888-1973), conocido por las construcciones agrícolas, especialmente las bodegas bautizadas como “Las catedrales del vino”; y Lluís Muncunill (1868-1931),que desde Terrassa adaptó el estilo modernista a la arquitectura industrial. Josep Puig i Cadafalch (1867-1957), que proyectó obras como la Casa Amatller o la Casa Terrades, popularmente conocida como la Casa de les Punxes, fue el último gran representante del Modernismo.
El racionalismo arquitectónico y la influencia de Le Corbusier llegaron a Cataluña de la mano de Josep Lluís Sert (1902-1983),el más conocido del Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATPAC).Este grupo, creado en 1928 y truncado en 1939, supuso la experiencia vanguardista en la concepción de los edificios y el urbanismo. También formaban parte de él Josep Torres Clavé (1906-1939) y Ricardo de Churruca (1900-1963), entre otros.
Josep Antoni Coderch(1913-1984) es el representante de la arquitectura catalana de posguerra con más proyección internacional. La primera década de la democracia supone la consolidación de una generación de arquitectos que han sido los regeneradores de Barcelona con ocasión de los Juegos Olímpicos de 1992. Entre ellos, destacan Oriol Bohigas (1925), David-John Mackay(1933) y Josep Martorell (1925) del estudio MBM (Villa Olímpica); Ricard Bofill (1939) –Teatre Nacional de Catalunya–; Òscar Tusquets (1941) –remodelación y ampliación del Palau de la Música Catalana–; Lluís Clotet (1941); Carlos Ferrater (1944); Rosa Barba (1948-2000) y Ricard Pié (1946) de Barba & Pié; Josep Lluís Mateo (1949); Lluís Doménech (1940) y Roser Amadó (1944) del veterano equipo B01 Arquitectes, con obras como la Fundació Tàpies, y Carme Pinós (1954), entre otros.
Mención aparte merece Enric Miralles (1955-2000), el arquitecto catalán con más proyección internacional de los últimos años del siglo XX, con obras de referencia como el Cementerio de Igualada o la reforma del Mercado de Santa Caterina de Barcelona. Desde su muerte, su socia Benedetta Tagliabue (1963) sigue al frente del estudio Miralles & Tagliabue ejecutando alguno de los proyectos que empezaron en común, como la nueva sede de la empresa Gas Natural.
El salto arquitectónico de la Barcelona del 92 también fue obra de una serie de arquitectos de relevancia mundial, por ejemplo, Arata Isozaki (Palau Sant Jordi), Norman Foster (Torre de Collserola), Frank O. Gehry (Pez del Puerto Olímpico), Santiago Calatrava (Torre de Comunicaciones de Montjuïc), Peter Eisenman (Villa Olímpica y Parque de la Draga de Banyoles) o Richard Meyer (Museu d’Art Contemporani de Barcelona, MACBA), que convirtieron la capital catalana en ciudad de referencia. En la transformación arquitectónica de estos primeros años de siglo, con el Fórum de las Culturas 2004 como motor, nuevas voces internacionales han sido protagonistas, por ejemplo, Herzog y De Meuron (Edificio Fórum), Jean Nouvel (Torre Agbar) e Iñaki Ábalos y Juan Herreros (Parque Litoral del Fórum). El proceso arquitectónico hacia la Cataluña del futuro se gesta también con voz internacional. Toyo Ito está desarrollando el proyecto de ampliación de la Feria de Barcelona Montjuïc-2, Zaha Hadid construirá la Spiralling Tower, futura sede del campus universitario del Besòs, David Chipperfield ha concebidola Ciudad de la Justicia de L’Hospitalet de Llobregat y Dominique Perrault el complejo deportivo y el futuro Estadio Montigalà de Badalona.